El pasado 27 de marzo falleció Daniel Kahneman catedrático de Psicología de la Universidad de Princeton (EEUU) y premio Nobel de Economía en el 2002, por resumir su extenso curriculum.

Su formación en psicología y matemáticas fueron las semillas desde donde germinó su interés por la toma de decisiones en situaciones de incertidumbre en las que interviene la probabilidad.

La mayoría de su trabajo de investigación lo realizó conjuntamente con otro psicólogo cognitivo Amos Tversky. Sus experimentos sociales demostraron el elevado contenido intuitivo y emocional, lejos de los principios de probabilidad, de nuestras decisiones.

Hasta entonces, en economía se consideraba que el “homo oeconomicus” era absolutamente racional en la toma de decisiones. Ellos demostraron que no era así: la intuición o heurística intuitiva, las emociones y los sesgos cognitivos están mucho más presentes en nuestras decisiones de lo que creemos o reconocemos.

En 2002 le fue otorgado el Premio Nobel de Economía “por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en el comportamiento económico de las personas, especialmente en relación con el juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre”. El premio fue compartido junto al economista Vernon L. Smith.

Recomiendo encarecidamente la lectura de su libro “Pensar rápido, pensar despacio” un compendio de décadas de investigación del comportamiento humano junto a Amos Tversky.

Extraigo algunas frases de las primeras páginas del libro para motivar su lectura:

  • “La intuición de los expertos nos parece mágica pero no lo es” (p.24)
  • “El tema principal de la tercera parte describe una desconcertante limitación de nuestra mente: nuestra excesiva confianza en lo que creemos saber y nuestra aparente incapacidad para reconocer las dimensiones de nuestra ignorancia y la incertidumbre del mundo en que vivimos” (p.27)
  • “Durante décadas, los psicólogos han mostrado gran interés por dos modos de pensamiento y han propuesto muchas formas de etiquetarlos. Aquí adopto términos originalmente propuestos por los psicólogos Keith Stanovich y Richard West, y haré referencia a dos sistemas de la mente, el Sistema 1 y el Sistema 2.” (p. 35)
  • “El Sistema 1 opera de forma rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo sin sensación de control voluntario. El Sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del Sistema 2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse”
  • “Cuando pensamos en nosotros mismos, nos identificamos con el Sistema 2, con el yo consciente, racional, que tiene creencias, hace elecciones y decide qué pensar y qué hacer. Aunque el Sistema 2 cree estar donde está la acción, el protagonista del libro es el Sistema 1” (p.35)

Con respecto a los Sistemas 1 y 2, podríamos asociarlos a diferentes estructuras cerebrales, no?

Espero que el artículo haya sido de vuestro interés.

D.E.P. Dr. Kahneman

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