Noticia El País, 17/09/08:
Según científicos de EE UU, el origen de la encefalopatía espongiforme bovina podría no encontrarse en los piensos hechos con restos de ovejas o cabras enfermas
Diez años de medidas para evitar que se propague la encefalopatía espongiforme bovina (EEB, mal de las vacas locas) entre el ganado vacuno pueden ser insuficientes para garantizar la seguridad de lo que comemos. Hasta ahora, se creía que el origen de la enfermedad eran los piensos hechos con restos de ovejas o cabras enfermas, que por medio de la cadena alimentaria llevaban la enfermedad hasta los humanos a través de las vacas. Pero unos investigadores de la Universidad de Kansas han descubierto otro posible origen para los priones, las misteriosas proteínas que cuando tienen una mala configuración se convierten en inmunes ante los sistemas de limpieza del organismo, y, además, transmiten esta anomalía a otras proteínas sanas hasta que colapsan el sistema nervioso. Se trata de la causa más íntima y difícil de erradicar: un gen.
El estudio, que ha publicado la revista digital PLOS Pathogens, se basa en un ejemplar de animal enfermo de Alabama que murió en 2006. Siguiendo una mutación, se ha podido establecer que sus antepasados estaban en India. Nada que ver con el consumo de piensos británicos fabricados a partir de harinas animales, la causa comúnmente aceptada de la enfermedad hasta ahora.
La idea no es tan sorprendente si se tiene en cuenta que la mayoría de los casos en humanos de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (un tipo de encefalopatía) no se atribuye al consumo de carne con priones, sino a motivos genéticos o se consideran “esporádicos” (es decir, sin origen cierto). La buena noticia, afirma Jurgen Richt, director del estudio, es que una vez localizado el gen se podrá conseguir una raza limpia, sin riesgo de desarrollar la enfermedad.
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Según científicos de EE UU, el origen de la encefalopatía espongiforme bovina podría no encontrarse en los piensos hechos con restos de ovejas o cabras enfermas
Diez años de medidas para evitar que se propague la encefalopatía espongiforme bovina (EEB, mal de las vacas locas) entre el ganado vacuno pueden ser insuficientes para garantizar la seguridad de lo que comemos. Hasta ahora, se creía que el origen de la enfermedad eran los piensos hechos con restos de ovejas o cabras enfermas, que por medio de la cadena alimentaria llevaban la enfermedad hasta los humanos a través de las vacas. Pero unos investigadores de la Universidad de Kansas han descubierto otro posible origen para los priones, las misteriosas proteínas que cuando tienen una mala configuración se convierten en inmunes ante los sistemas de limpieza del organismo, y, además, transmiten esta anomalía a otras proteínas sanas hasta que colapsan el sistema nervioso. Se trata de la causa más íntima y difícil de erradicar: un gen.
El estudio, que ha publicado la revista digital PLOS Pathogens, se basa en un ejemplar de animal enfermo de Alabama que murió en 2006. Siguiendo una mutación, se ha podido establecer que sus antepasados estaban en India. Nada que ver con el consumo de piensos británicos fabricados a partir de harinas animales, la causa comúnmente aceptada de la enfermedad hasta ahora.
La idea no es tan sorprendente si se tiene en cuenta que la mayoría de los casos en humanos de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (un tipo de encefalopatía) no se atribuye al consumo de carne con priones, sino a motivos genéticos o se consideran “esporádicos” (es decir, sin origen cierto). La buena noticia, afirma Jurgen Richt, director del estudio, es que una vez localizado el gen se podrá conseguir una raza limpia, sin riesgo de desarrollar la enfermedad.
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